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La historia de mi accidente: fractura de húmero

La Historia de mi Accidente: fractura de húmero – por @sandysokete 

La historia de mi accidente: fractura de húmero

     Soy una persona muy activa, siempre he practicado algún deporte, desde niña aprendí a nadar, jugar tennis, bailar y pasé por basquetbol y volleyball sin mucho éxito pero lo hice. En mis años de pubertad me interesé por el gimnasio para mantenerme delgada y de todas formas pasé por buenas y malas épocas de subir y bajar de peso pero seguí siendo constante.

     En los últimos años me interesé por seguir el futbol (le voy a Cruz Azul), seguir los Grand Slams de tenis y los eventos que cambian al mundo como los Juegos Olímpicos, el Mundial y la Champions. Todos son mi fascinación, incluso ahora me dedico a correr carreras de 5 y 10km- espero pronto correr más- y agarré la moda de transportarme en bicicleta por la Ciudad de México.

     Todo iba tan bien, hasta que decidí ir por primera vez ir a jugar squash. Durante el camino no dejaba de pensar en que la jugadora número 1 es mexicana, y que debería de ser parecido al tenis y fácil. Me emocioné por que sacar era fácil e igual que en el tenis, pero no sabía que la superficie era diferente y que no se puede uno deslizar fácilmente. Así que en menos de 5 minutos de juego me quedé atorada con los tenis y en vez de caer en el piso azoté con mi codo en la pared de cemento- me fracturé el húmero-. Lo primero que sentí fue un calambre en el codo y la mano se estiró como manita de pollo y sentí que algo estaba fuera de lugar. Intentaba ver mi brazo y sabía que se veía deforme, el dolor fue insoportable pero gracias a dios iba con un doctor que me inmovilizó inmediatamente el brazo.

      El trayecto al hospital fue terrible pero soportable, cada vuelta o bache que pasábamos me dolía infinitamente y tenía que ser paciente por el tráfico, pero logramos llegar al hospital donde mi mamá trabaja como ortopedista. Pasé directo a Rayos X donde comprobaron que tenía fracturado el húmero. Y el siguiente paso fue ir con el ortopedista a que me colocara un yeso y me dijera que tenía que operarme para que quedara bien mi brazo derecho.

      Pude pasar una noche sin dolor, el yeso me alivió mucho pero de todas formas al día siguiente tenía que estar en el hospital viendo lo de los pre-operativos, la operación y que me internaran. Si hay algo que debes de tener cuando entras a un hospital es paciencia, todo el día estuve esperando en una cama con un dolor controlado que no sabía si iba a mejorar o empeorar. Estuve en urgencias esperando a que me sacaran sangre y que me pasaran a un cuarto para posteriormente operarme de la fractura de húmero.

      Cuando llegué a mi habitación compartida con 5 mujeres más no pude dejar de pensar en lo afortunada que era por que sus accidentes eran más complicados que el mío y porque ellas si pasarían días y días ahí. Doña Bertha se fracturó la rodilla y el codo en las escaleras de su casa mientras cargaba los zapatos de su marido, Doña Bety se fracturó la cadera y era hipertensa y diabética, Doña Lolita de 90 años se fracturó la cadera y era la mejor portada, otro caso de fractura y Doña Leonor que era la que más se quejaba y llegó a decir que “Dios castiga” a una enfermera.

      La mayoría de los pacientes tienen que esperar a estar en óptimas condiciones para ser operados, o tienen que esperar a tener el dinero para comprar el material necesario para la operación y es por esto que algunos se quedan días esperando. Gracias a dios yo quedé programada para la mañana del viernes y mis papas compraron el material de inmediato y platicaron con los doctores que son amigos de mi mamá.

      Una noche antes el residente de anestesia vino a cuestionar todo mi pasado para la cirugía del viernes, y aunque pasé una noche con dolor ya estaba ansiosa por operarme. A las 5 am me bajaron a observación en donde me pondrían lista para operarme y así fue como sin saber como ya estaba en el quirófano con anestesia- teniendo un muy buen viaje ya que durante toda la operación creí estar en Ibiza bailando- y de repente ya estaba operada y recuperándome.

        Fue increíble, el dolor se fue y solo una vez regresó de forma intensa, pero era el nervio que andaba reaccionando y dando lata. Ya solo quedaba tener paciencia para poder irme a recuperar a mi casa.

         Estoy muy agradecida porque vi cosas que nunca había visto, los doctores, camilleros y enfermeros merecen todo el respeto de la gente, no duermen, soportan el dolor ajeno y simplemente están ahí cuando los necesitas. Ver tanta gente sufriendo me dejó como lección no volver a quejarme de nada de lo que me pase y sobretodo ser positiva porque al final del día estos sucesos son los que nos cambian la vida para bien.

        Durante mis días en el hospital leí un libro de Haruki Murakami que trata sobre su vida como corredor de maratón y triatlón, ese libro, me ayudó a mantenerme positiva ante cualquier situación y sobretodo me preparó mentalmente para ser paciente y recuperarme poco a poco con la frente en alto.

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